viernes, 25 de julio de 2008

Entrevista con el murciélago

Estrenó Batman, el caballero de la noche (The Dark Knight), la segunda producción de la saga bajo la dirección de Chistopher Nolan. Como en Batman inicia, el encapotado fue encarnado por Christian Bale, célebre por su total entrega a personajes tan perturbadores como el yuppie narcisista y sangriento de Psicópata Americano o el insomne delirante de El Maquinista.
Como en Batman inicia, Nolan insistió en mostrar el lado más humano del hombre murciélago y recordarnos que este héroe nada tiene de súper: no vino de otro planeta, ni heredó sus poderes de algún accidente radiactivo. Es puro esfuerzo y tecnología. En el debut, el eje fue la vulnerabilidad, tanto física como emocional. El encapotado se enamoraba y le salían moretones. En esta segunda apuesta, se le suma el sufrimiento por su condición de paria y el castigo por desenvolverse al margen de la ley.
Sin embargo, el verdadero protagonista de esta segunda producción es el fallecido Heath Ledger (lo que la vayan de pseudos progres pero tengan algún asunto irresuelto de homosexualidad reprimida lo recordarán con escalofríos por Secreto en la Montaña, por la que lo nominaron al Oscar; las niñas lo recordaremos suspirando por Casanova). Ledger falleció el pasado 22 de enero a los 28 años en su departamento de Manhattan, a causa de un cóctel fatal de medicamentos recetados (analgésicos, ansiolíticos y pastillas para dormir).
En El Caballero de la Noche, Ledger interpreta al célebre Guasón y logra con creces dejar atrás al simpático villano estelarizado por Jack Nicholson en la Batman de Tim Burton, de 1989. Cuando le preguntaron al director el porqué de su elección, teniendo en cuenta el riesgo que corría al cargar sobre las espaldas del joven actor australiano la recreación del papel de Nicholson, Nolan no dudó: dijo que lo eligió porque Ledger “no le tiene miedo a nada”.
El Joker de Ledger es, como bien se encargó él de definirlo en reiteradas oportunidades, un Guasón punk, un border, la siniestra mezcla de Johnny Rotten, vocalista de Sex Pistols, con Alex de La Naranja Mecánica. No roba porque quiere el dinero, ni tampoco lo hace por la fama. El tipo es un sociópata, cualquier crimen vale la pena en su anárquica cruzada de destrucción, cualquier plan es bueno en tanto le sirva para demostrar su idea de que la solidaridad y el amor al prójimo son pura hipocresía para salir en la tapa de los diarios y que, todo (o todos), en algún punto, es pasible de corromper.
Cuesta sonar sincero con su muerte de por medio, pero lo cierto es que el Guasón de Ledger reúne todas las características de un rol memorable. El actor le dio al personaje (o el personaje le sacó al actor, no lo sabremos) una voz muy particular, irritante, a mitad de camino entre la risa y la queja; una postura de hombros rígidos, de tensión constante; el tic casi ofídico de lamerse los labios todo el tiempo y el maquillaje: una acuarela desbordada, una metáfora casi de libro del sadismo sin límites.
Los guionistas lo ayudaron, hay que admitirlo, y le legaron un par de frases célebres, entre ellas el brillante juego de palabras con el que hace su aparición: “I believe whatever doesn't kill you simply makes you... stranger” o, en castellano (con la consabida pérdida de la broma fonética), “Yo creo que lo que no te mata, simplemente te vuelve más extraño”.
Y ahí tal vez resida el nexo y el magnetismo por el que, entre tantos villanos, el monstruo de la sonrisa eterna sea el partenaire más recordado. En un tramo del film, el Joker le explica a Batman que ambos son freaks y que se necesitan porque de alguna manera se completan. Como dos caras de una misma moneda. Como Dos Caras, que también aparece, tarde y mal.
En líneas generales, la película tiene un tinte denso y oscuro desde la trama que no se llega a plasmar en la estética. Si hay algo criticable de la primera producción de Nolan fue el hecho de haber llevado a Batman a entrenar en el Himalaya, no porque la cordillera asiática sea un problema en sí, sino porque ubicó al personaje en un lugar real. Esa certeza espacial resultó innecesaria, incluso contraproducente.
Uno de los principales méritos que tiene Ciudad Gótica y que supo aprovechar muy bien Tim Burton fue la no pertenencia al mundo real: la Ciudad Gótica de Burton podía quedar en Europa, en Oriente o en una burbuja en el fondo del mar y la historia podía ocurrir en 1930 o en 2030, quién sabe. Ciudad Gótica puede ser todas las ciudades o puede no ser ninguna y para una historia que transita constantemente la cornisa entre la ciencia ficción y el género fantástico, esto una gran ventaja. Pues Nolan vuelve a desaprovecharla. Todo es tan yanqui, tan siglo XXI y tan brillante, que sin los personajes, las locaciones podrían servir para filmar una nueva “Leyenda” o “El día después de mañana” o “Día de la Independencia” y la verdad es que no hace falta. En serio.

miércoles, 16 de julio de 2008

Ausencias

Pasado mañana se cumplen 14 años del atentado a la sede de la Amia. Y no es la intención de este post hablar de ese 18 de julio de 1994, ni de la marcha de la causa judicial, ni de la violencia, ni de la justicia. Ya habrá gente que se encargue mejor de esos menesteres.
El verdadero disparador de estas líneas es el spot de tv que la agencia BasevichCrea realizó con motivo del aniversario. La idea es “85 historias que no pudieron seguir su historia”. La pieza gráfica, por su parte, dice algo así como “si ese día seguía, 85 vidas seguían”.
No es fácil la comunicación institucional en estas circunstancias. Primero, porque el motivo no es grato, claro está. Hay otros aniversarios mejores, hay días del médico y días del abogado para mandar saluditos. Segundo, y más importante, porque se corren severos riesgos de caer en la frase hecha, en el sentimentalismo berreta o en el discurso grandilocuente.
Y esto es lo más llamativo de las piezas de este año, sobre todo la de tv. En spots de años anteriores, en institucionales sobre otras tragedias, lo fácil, lo corriente, es el llamado a la acción colectiva: el recurso “todos somos Cabezas”. Involucrar al receptor asimilándolo a la víctima e instarlo a reclamar justicia o medidas gubernamentales “porque a vos también te puede pasar”.
En cambio, BasevichCrea apeló a la individualidad, a la cotidianeidad de esas 85 vidas, a la particularidad de cada una de las 85 historias que esa mañana de invierno quedaron truncas. Alguien que tenía un suéter por terminar, alguien que quería ver a los Stones, alguien que llamó para avisar que estaba llegando. Gente. Y el instante en el que un otro decide que alguien se convierta en nadie.
Y así, por esos misteriosos caminos de la providencia, me encontré recordando aquel párrafo inicial de El Aleph de Borges. Esa mañana en que Beatriz Viterbo muere y su amado comprende que el universo empieza a cambiar de manera incesante e inevitable.
Y ahí está, creo, el hallazgo de estas piezas: comunicar a partir de esa grieta fatal, de esas 85 ausencias que no les faltan ni a los intereses internacionales, ni al gobierno, ni siquiera a la comunidad judía toda. La sociedad podrá entenderlas, pero sufrirlas, las sufre el que ese día esperaba a alguien que nunca llegó.

sábado, 12 de julio de 2008

En off II

Si la música es funky, los intérpretes son hombres tatuados y ligeros de ropa y aparecen ilustres desconocidos (common people), usted se encuentra ante un videoclip de Red Hot Chili Peppers.

jueves, 3 de julio de 2008

Gracias a vos

Anoche se entregaron los premios Martín Fierro, circunstancia que me tiene muy sin cuidado excepto porque, casualmente, pude escuchar la dedicatoria de Jorge Lanata tras recibir el galardón a su labor en radio.
Años y años de entregas nos tienen acostumbrados a que cuando un fulano recibe la estatuilla, automáticamente se ve obligado a una serie de agradecimientos que siempre incluyen las frases "a la gente de Aptra", "al equipo de producción, un grupo hermoso sin el que esto no hubiera sido posible", "a mis compañeros" y/o "a mi familia".
Pues el director de Crítica de la Argentina anoche se salteó esa parte para ir directamente a lo que le interesa: su oficio. Nos evitó el bochornoso automasaje de ego (o nos mostró un método nuevo) y habló de la realidad. Esa realidad que día a día los medios construyen y que a veces coincide un poco con la que vemos, y a veces (como más de cien ya) que no.
Acá dejo el agradecimiento en cuestión para que lo vean, mientras brindo por su protagonista y sus ganas (simpáticas) de hacer periodismo siempre, en todos lados y a como dé lugar.