lunes, 16 de febrero de 2009

En off IV

Clyde dice:
es una de las estadísticas más mentirosas que leí

Bonnie dice:
bueno pensá si es gente de 50 años

Clyde dice:
Perfil realizó una encuesta vía mail a más de 1500 hombres y mujeres de entre 18 y 50 años y confirmó la hipótesis: Nueve de cada diez reconocieron haber tenido sexo con compañeros de trabajo. La totalidad de los entrevistados aceptó que coquetean en el ambiente laborar porque es "estimulante, divertido y absolutamente inofensivo".

Bonnie dice:
alguuuuuuuna vez tuvo sexo con alguien en algunnnnnn trabajo

Clyde dice:
ah

Clyde dice:
eso

Clyde dice:
um

Clyde dice:
puede ser

Bonnie dice:
igual

Bonnie dice:
"encuesta vía mail"?

Bonnie dice:
WTF?

Clyde dice:
claro

Clyde dice:
via mail

Clyde dice:
lo menos

Clyde dice:
serio del mundo

Bonnie dice:
imaginate que me llega y dice nombre

Bonnie dice:
pongo juan carlos laport

Bonnie dice:
edad

Bonnie dice:
47

Bonnie dice:
ocupación

Bonnie dice:
despachante de aduana

Bonnie dice:
cualquiera

Clyde dice:
obvio

Clyde dice:
por eso te digo

Clyde dice:
además empieza la nota

Clyde dice:
como perfil confirmó lo que tanto se esperaba

Bonnie dice:
jajajja

Bonnie dice:
hasta te digo que nunca hubo encuesta

Bonnie dice:
lo escribió un editor de política aburrido

Clyde dice:
lo hizo darío gallo sentado en la computadora desnudo en la casa

Bonnie dice:
exacto jajajajaja

Clyde dice:
en calzoncillo azul y con mirtha legran de fondo

Bonnie dice:
comiendo del tuper

Bonnie dice:
obvio que usa slip

martes, 20 de enero de 2009

En off III

Lo único bueno del regreso de Los Fabulosos Cadillacs es no tener que soportar nuevos discos solistas de Vicentico y Flavio por un largo tiempo.

martes, 21 de octubre de 2008

Dixit II

"Yo no sé si estoy cada vez más bueno o más falso, pero no me quiero pelear con nadie".

Marcelo Polino

jueves, 2 de octubre de 2008

Piano man

Debe haber una extraña mezcla de coraje y narcisismo en la decisión de lanzar un disco a sólo piano y voz. Coraje de enfrentarse a la desnudez propia de las canciones, a su estado más primitivo, y narcisismo en su acepción de completud, en el convencimiento de que ese es el estado que les hace más justicia.
Algo de eso debe haber movido a Fito Páez a editar “Rodolfo” (2007), su décimo sexto disco, sin contar otras tantas colaboraciones (grabó La la la con Luis Alberto Spinetta, Enemigos íntimos con Joaquín Sabina, compuso para Juan Carlos Baglietto, Fabiana Cantilo y siguen las firmas).
Pero el romance del rosarino con su piano se remonta mucho más allá de los doce temas que componen la placa. Ya en su debut, Del ´63 (1984), “La rumba del piano” –que poco tiene del ritmo cubano y mucho de Clics Modernos, como el resto del disco- resume la relación simbiótica entre música, músico e instrumento: “Mi piano un poco soy yo, yo soy un poco de él”, confiesa sobre su “hermano de soledad”.
En Rodolfo, la intimidad convierte a la melodía en la gran protagonista. Y se sabe, el rosarino no es un gran cantante, pero logra hacer de eso todo un estilo y, lo que es más importante, logra parir líneas melódicas que son necesariamente suyas. Hay una forma de decir, una métrica, un grado de exceso en ciertos fraseos, que sólo le quedan bien a él.
En cuanto a lo lírico, los temas (no las canciones, sino el de qué hablan) son los de un tipo maduro. Fito ahora es Rodolfo y el amor se le antoja trascendente, absoluto (“pero al fin, si es amor, cruzará huracanes y tormentas” canta en “Si es amor”; “el amor se entrega, no hace falta recibir” en “Vas conmigo”; “igual está el amor, no se puede parar, los chicos en el cuarto de al lado” en “El cuarto de al lado”).
Hay también algo de su romance con el séptimo arte y esas letras que quisieran ser guiones, como la de “Sofi fue una nena de papá” y “El verdadero amar”. Y claro, hay instrumentales (“Nocturno en sol” y “Waltz for Marguie”) porque el piano de Fito a veces habla en su idioma.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Dixit I

"El destino le hizo un piquete aéreo a De Angeli".

Julio Bazán, respecto del accidente que sufrió el dirigente agrario.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Not to choose

Choose Life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, choose washing machines, cars, compact disc players and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol, and dental insurance. Choose fixed interest mortgage repayments. Choose a starter home. Choose your friends. Choose leisurewear and matching luggage. Choose a three-piece suite on hire purchase in a range of fucking fabrics. Choose DIY and wondering who the fuck you are on Sunday morning. Choose sitting on that couch watching mind-numbing, spirit-crushing game shows, stuffing fucking junk food into your mouth. Choose rotting away at the end of it all, pissing your last in a miserable home, nothing more than an embarrassment to the selfish, fucked up brats you spawned to replace yourselves. Choose your future. Choose life... But why would I want to do a thing like that? I chose not to choose life. I chose somethin' else. And the reasons? There are no reasons. Who needs reasons when you've got heroin?

viernes, 25 de julio de 2008

Entrevista con el murciélago

Estrenó Batman, el caballero de la noche (The Dark Knight), la segunda producción de la saga bajo la dirección de Chistopher Nolan. Como en Batman inicia, el encapotado fue encarnado por Christian Bale, célebre por su total entrega a personajes tan perturbadores como el yuppie narcisista y sangriento de Psicópata Americano o el insomne delirante de El Maquinista.
Como en Batman inicia, Nolan insistió en mostrar el lado más humano del hombre murciélago y recordarnos que este héroe nada tiene de súper: no vino de otro planeta, ni heredó sus poderes de algún accidente radiactivo. Es puro esfuerzo y tecnología. En el debut, el eje fue la vulnerabilidad, tanto física como emocional. El encapotado se enamoraba y le salían moretones. En esta segunda apuesta, se le suma el sufrimiento por su condición de paria y el castigo por desenvolverse al margen de la ley.
Sin embargo, el verdadero protagonista de esta segunda producción es el fallecido Heath Ledger (lo que la vayan de pseudos progres pero tengan algún asunto irresuelto de homosexualidad reprimida lo recordarán con escalofríos por Secreto en la Montaña, por la que lo nominaron al Oscar; las niñas lo recordaremos suspirando por Casanova). Ledger falleció el pasado 22 de enero a los 28 años en su departamento de Manhattan, a causa de un cóctel fatal de medicamentos recetados (analgésicos, ansiolíticos y pastillas para dormir).
En El Caballero de la Noche, Ledger interpreta al célebre Guasón y logra con creces dejar atrás al simpático villano estelarizado por Jack Nicholson en la Batman de Tim Burton, de 1989. Cuando le preguntaron al director el porqué de su elección, teniendo en cuenta el riesgo que corría al cargar sobre las espaldas del joven actor australiano la recreación del papel de Nicholson, Nolan no dudó: dijo que lo eligió porque Ledger “no le tiene miedo a nada”.
El Joker de Ledger es, como bien se encargó él de definirlo en reiteradas oportunidades, un Guasón punk, un border, la siniestra mezcla de Johnny Rotten, vocalista de Sex Pistols, con Alex de La Naranja Mecánica. No roba porque quiere el dinero, ni tampoco lo hace por la fama. El tipo es un sociópata, cualquier crimen vale la pena en su anárquica cruzada de destrucción, cualquier plan es bueno en tanto le sirva para demostrar su idea de que la solidaridad y el amor al prójimo son pura hipocresía para salir en la tapa de los diarios y que, todo (o todos), en algún punto, es pasible de corromper.
Cuesta sonar sincero con su muerte de por medio, pero lo cierto es que el Guasón de Ledger reúne todas las características de un rol memorable. El actor le dio al personaje (o el personaje le sacó al actor, no lo sabremos) una voz muy particular, irritante, a mitad de camino entre la risa y la queja; una postura de hombros rígidos, de tensión constante; el tic casi ofídico de lamerse los labios todo el tiempo y el maquillaje: una acuarela desbordada, una metáfora casi de libro del sadismo sin límites.
Los guionistas lo ayudaron, hay que admitirlo, y le legaron un par de frases célebres, entre ellas el brillante juego de palabras con el que hace su aparición: “I believe whatever doesn't kill you simply makes you... stranger” o, en castellano (con la consabida pérdida de la broma fonética), “Yo creo que lo que no te mata, simplemente te vuelve más extraño”.
Y ahí tal vez resida el nexo y el magnetismo por el que, entre tantos villanos, el monstruo de la sonrisa eterna sea el partenaire más recordado. En un tramo del film, el Joker le explica a Batman que ambos son freaks y que se necesitan porque de alguna manera se completan. Como dos caras de una misma moneda. Como Dos Caras, que también aparece, tarde y mal.
En líneas generales, la película tiene un tinte denso y oscuro desde la trama que no se llega a plasmar en la estética. Si hay algo criticable de la primera producción de Nolan fue el hecho de haber llevado a Batman a entrenar en el Himalaya, no porque la cordillera asiática sea un problema en sí, sino porque ubicó al personaje en un lugar real. Esa certeza espacial resultó innecesaria, incluso contraproducente.
Uno de los principales méritos que tiene Ciudad Gótica y que supo aprovechar muy bien Tim Burton fue la no pertenencia al mundo real: la Ciudad Gótica de Burton podía quedar en Europa, en Oriente o en una burbuja en el fondo del mar y la historia podía ocurrir en 1930 o en 2030, quién sabe. Ciudad Gótica puede ser todas las ciudades o puede no ser ninguna y para una historia que transita constantemente la cornisa entre la ciencia ficción y el género fantástico, esto una gran ventaja. Pues Nolan vuelve a desaprovecharla. Todo es tan yanqui, tan siglo XXI y tan brillante, que sin los personajes, las locaciones podrían servir para filmar una nueva “Leyenda” o “El día después de mañana” o “Día de la Independencia” y la verdad es que no hace falta. En serio.